Es maravilloso como el universo, el creador o el justo devenir las cosas, cualquiera que sea nuestros enfoques, nos va dando oportunidades de ver, crecer y sentir todo lo que estamos interesados y todo lo que sembramos en nuestro día a día.
yo, que inicie el camino de la geología en mi etapa de los 19 años, y que no lo pude acabar por no tener suficiente agudeza de color, quedándome frustrado en cuanto al «y que hubiera pasado si…» tuve la inmensa fortuna de encontrarme con un ser bello y especial, un paleontólogo que en su búsqueda del conocimiento y de la excelencia personal, había llegado a salir de su tierra natal y desde otro mundo, otra cultura, había ido creciendo, explorando y desarrollándose hasta ser un ejemplo en su campo. Y tuve que ir a encontrarlo en medio de un casi desierto, como en peregrinación!
Lo encontré en el mágico espacio de Toro Toro, un lugar donde la magia de la Geología se hace patente y evidente y que, por si fuera poco, se une a la Paleontología, con algunas de las huellas de dinosaurio mejor conservadas del mundo!
Y allí, en medio de la seca y calurosa llanura de carreras pampa, el universo hizo lo que mejor se le da, entrelazar las voluntades y los destinos, y allí, este bello ser, me ofreció la oportunidad de sentirme, durante unos días, un geólogo/paleontólogo de los de verdad, de los que miran el campo, de los que buscan soluciones a hipótesis, de los que identifican muestras, de los que viven con y entre el polvo.
Múltiples aprendizajes y vivencias con el, y con ese gran grupo de personas, que son su equipo, que me permitieron desarrollar y desenquistar ese lado de mi que se quedo en la universidad de Granada…
El sintetizar lo que viví con el grupo, lo que aprendí con ello, con el vivir, trabajar y compartir, es ya tema para otro momento.
Doy gracias infinitas a Raúl y a la mano que nos cruzo, por haberme dado esta oportunidad, este degustar la vida que podría haber tenido y no tuve….
Gracias de corazón!!!
Y gracias por leerme.
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